Ventura Gómez
Miguel Angel (1475 - 1564)
Pintura renacentista italiana
Capilla Sixtina (Roma)
Pintura al fresco (570x280 cm)
La obra que comentamos es La creación de Adán,
pintada por Miguel Ángel alrededor de 1511. Se trata de uno de los cuatro
frescos situados en el techo de la Capilla Sixtina (en la Ciudad del Vaticano) con
unas proporciones de 5’70 metros de longitud y 2’80 metros de anchura.
Realizado, como cualquier fresco, con colores disueltos en agua de cal y
extendidos sobre una capa de estuco fresco (pasta de cal y mármol pulverizado),
la obra rememora el momento de la creación, descrito en el primer libro de la Biblia : el Génesis.
Sin duda la representación más conocida de este
pasaje bíblico, el fresco se puede dividir en dos partes:
- La parte izquierda, donde se sitúa Adán, desnudo
sobre una montaña.
- La parte derecha, donde se encuentra Dios (representado
por Miguel Ángel como un hombre de avanzada edad, pelo cano y túnica rosada)
acompañado por varios ángeles, que aparecen sobre un manto.
Se han realizado numerosos estudios sobre lo que
habría querido representar Miguel Ángel con este elemento de su fresco. Pese a
no haber llegado a ninguna conclusión concreta, la hipótesis que más cuerpo
toma es la de que el manto simboliza el don que Dios da al hombre y que lo
diferencia del resto de los animales de la creación: la inteligencia. Esta
teoría se debe a que, si se fija uno bien, la tela parece adoptar la forma de
un cerebro humano.
Ambas partes se comunican en el que es,
posiblemente, el punto más conocido de la obra: la práctica unión entre las
manos de Adán y de Dios.
Son muchas las características que podrían
mostrarnos la pertenencia de esta obra al período renacentista y a la creación
de Miguel Ángel. Por una parte, la temática religiosa que, aunque menor que en
épocas anteriores, se mantiene como predominante en el Cinquecento (palabra
italiana que significa quinientos y que designa al siglo XVI, uno de los
períodos más importantes en el arte italiano y al que pertenece esta obra).
No hay que olvidar además, que la obra de este autor
era una acción de mecenazgo por parte de la Iglesia , dirigida por el Papa Julio II en el
momento en el que se encargó a Miguel Ángel que pintara escenas bíblicas en el
techo de la Capilla
Sixtina.
Por otro lado, destaca la sencillez del autor, quien
no utiliza demasiados tonos vivos ni se centra en el fondo de la obra, sino en
la imagen principal y en el mensaje de ésta, característica muy relevante del
Renacimiento artístico y que desaparecería en el Barroco.
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