sábado, 23 de marzo de 2013

Rubens, El descendimiento


Ana Vellido, Carlos Mazo


El triptico del Descendimiento (1611-1612)
Pedro Pablo Rubens (1577-1640)
Pintura barroca
Catedral de Amberes (Bélgica)
Triptico, oleo sobre tabla (420 x 310 cm)





Se trata de un tríptico cuyo cuadro central es El Descendimiento de Jesucristo de la cruz tras su muerte, a manos de sus discípulos y familiares. El Descendimiento de Rubens representa el momento en que Cristo es retirado de la cruz y San Juan está preparado para recibirlo entre sus brazos. Un hombre sostiene el brazo izquierdo de Cristo mientras que otros hombres le sujetan por la sábana. En el suelo se encuentra María Magdalena aferrada a los pies de Cristo. Representa el segundo exacto en que Cristo está a punto de desplomarse.





Pieter Paul Rubens (Siegen, actual Alemania, 1577 - Amberes, actual Bélgica, 1640). Fue el pintor barroco más destacado de la escuela flamenca. Su padre, calvinista, hubo de refugiarse por motivos religiosos en Colonia, donde Rubens posiblemente comenzó su formación artística, continuada luego en Amberes, donde regresó a la muerte del padre. Viajó por todo Europa aprendiendo nuevas técnicas y estudiando a los artistas renacentistas en Italia. Se dice que llegó a pintar más de 3000 cuadros gracias a los miembros de su taller que, al parecer, trabajaban en cadena.
Este cuadro fue pintado entre los años 1611-1612, por lo cual pertenece al Barroco. El Barroco es, sin duda, sinónimo de recargado, desmesurado, irracional…
El período Barroco arranca tras el manierismo renacentista, en un tiempo en el cual la Iglesia Católica tuvo que reaccionar contra numerosos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y nuevas formas de religión (Reforma).Durante el Barroco la pintura adquiere un papel principal, siendo la expresión más característica del peso de la religión en los países católicos. El color, la luz y el movimiento, son los elementos que definen la forma pictórica.





Es un cuadro de fondo oscuro, intemporal y fuera de todo espacio, aunque la escena principal está muy iluminada, siguiendo los patrones del tenebrismo. La figura principal es el cuerpo de Cristo, tiene a su alrededor ocho personas “descolgándole” de la cruz. El foco de luz sale desde la esquina inferior izquierda apuntando directamente a las espaldas de San Juan y al cuerpo de Jesucristo. En cambio en los demás personajes, tanto a su derecha como a su izquierda, se pueden apreciar sombras. Los colores son variados, mezclados entre sí, que junto con las sombras y la aplicación del claro-oscuro dan sensación de profundidad y volumen. Los colores consiguen crear texturas en la piel y las ropas de los personajes. Hay un plano principal, Jesús y Juan, y un plano secundario que abarcaría a los demás personajes.
Entre 1611 y 1614, Rubens recibió un encargo para la Catedral de Amberes. Le fue encargado por los arcabuceros, una de las numerosas cofradías que existían entonces en los Países Bajos, para una capilla lateral que tenían reservada en la catedral.

Le pidieron que realizara un tríptico con cuatro composiciones (un panel central con las dos alas laterales pintadas por ambos lados) y estipularon que su patrono San Cristóbal, que había ayudado a Cristo a atravesar un río, debía aparecer en la composición.

Rubens pintó a San Cristóbal como un gigante hercúleo portando al Niño sobre su hombro. Esta composición cubría la parte posterior de las alas y sólo era posible contemplarla cuando el tríptico estaba cerrado. En el panel central compuso el Descendimiento de la Cruz; a la izquierda representó la Visitación y a la derecha la Presentación en el templo.

La sensación que me produce este cuadro es de angustia, de pena y tristeza. Aparte del hecho de recoger a un hombre muerto de una cruz donde fue humillado, es la tenebrosidad del cuadro, sus colores, su fondo oscuro, el gesto en la cara de los personajes del cuadro…lo que hace sentir abrumado y abatido a aquel que lo vea.

El Descendimiento de la Cruz tiene algunos vínculos con La elevación, especialmente el claroscuro que sirve para destacar la figura del Cristo muerto -inspirándose en Caravaggio- y la manera de acentuar el volumen de las figuras. Sin embargo, en esta tabla encontramos una menor profundidad espacial mientras que los personajes se disponen como si de un relieve clásico se tratara. La disposición de la figura de Jesús repite esquemas compositivos del Cinquecento, apuntándose a Danielle da Volterra como fuente directa. Pero encontramos una diferencia iconográfica importante respecto a las fuentes italianas ya que la Virgen no se desvanece y participa activamente en el descendimiento del cuerpo de su hijo, acto en el que participan todos los personajes que interviene en la escena, unificando la acción para concentrar la tensión y el dramatismo del momento. Las amplias y volumétricas figuras recuerdan tanto a la estatuaria clásica como a Miguel Ángel; concretamente empleará la imagen del Laoconte para Cristo. La disposición de las figuras ocupa todo el espacio pictórico, organizándose la composición en una potente diagonal que avanza desde el fondo de la tabla hasta el espacio del espectador, otorgando un ritmo lento a la escena. Las figuras presentan escorzadas posturas, aportando mayor tensión al conjunto. Las tonalidades brillantes y el detallismo de las telas son características habituales de la pintura flamenca.


El barroco


El dominio técnico absoluto tanto de pintura al óleo sobre lienzo como de la pintura al fresco.
El predominio del color sobre la línea. Incluso, los efectos de profundidad, perspectiva y volumen se consiguen más con los contrastes de luz y de tonalidades del color que con las líneas nítidas y definidas del dibujo.
La luz se convierte en un elemento fundamental en la pintura barroca. La luz dibuja o difumina los contornos, define también el ambiente, la atmósfera del cuadro, y matiza los colores. La utilización de la técnica del claroscuro llega a la perfección gracias a muchos pintores del Barroco.
El movimiento y las composiciones complicadas, con perspectivas insólitas y una distribución asimétrica de los volúmenes.
El realismo, la imitación de la realidad teorizada por los renacentistas pero sin la idealización y concepción propias del siglo anterior.
El gusto por perspectivas ilusionistas, sobre todo las vueltas, donde se intenta romper visualmente el espacio arquitectónico real con efectos trompe l’oeil, mediante la representación del cielo y la sugerencia del infinito, recurso pictórico que ya había utilizado Mantegna en la Habitación de los esposos del siglo XV.
Peter Paul Rubens: Fue la gran figura del Barroco en la Europa del Norte. Las fuentes lo recuerdan como un gran humanista, un idealista clarividente, hombre reservado y honesto que despreció la actitud arrogante de los poderosos. Tuvo más influencia que Rembrandt a pesar de que a su pintura grandilocuente le falta algo de sinceridad.
En razón de las creencias religiosas de su padre, un abogado calvinista, pasó su primera infancia en la actual Alemania: Siegen y Colonia. En 1587, la muerte de su progenitor le permitió desplazarse a Amberes, donde estudió pintura con tres artistas poco conocidos; uno de ellos, Otto Vaenius, le indujo a realizar el tradicional viaje a Italia, que resultó decisivo para la formación del artista.
Rubens fue un caso extraordinario en la historia de la pintura, ya que en él se aunaban una inventiva casi ilimitada, el refinamiento del color, una deslumbrante capacidad de trabajo y, no en menor grado, habilidades comerciales y de trato personal. Su sofisticada educación y don de gentes le abrieron las puertas de todas las cortes europeas, lo que le permitió acaparar encargos. Organizó en Amberes un amplio taller, donde con la ayuda de discípulos produjo centenares de pinturas de todos los temas y formatos.

El autor

Rubens fue un artista ambicioso, que no se asustaba ante ningún proyecto por grande que fuese (en palabras suyas), pero al mismo tiempo fue de trato accesible y muy atento con sus colegas. Llevó una vida tranquila, si bien llena de lujos, y se aficionó al coleccionismo. En Amberes subsiste la Rubenshuis, la Casa de Rubens, que recientemente exhibió una selección (forzosamente reducida) de los tesoros artísticos que reunió, luego dispersos por museos de todo el mundo.
Gracias a los encargos que le hizo Felipe IV, el Museo del Prado posee la colección más grande del mundo de obras de Rubens, con cerca de 80 pinturas catalogadas. Destacan en España otros ejemplos del artista en el Museo Thyssen-Bornemisza, Academia de San Fernando, MNAC de Barcelona, Palacio de Liria de Madrid...
Entre sus obras destacan:

• Descendimiento de Cristo (de carácter religioso, realizado entre 1611 y 1612; Amberes)
• Retrato ecuestre del duque de Lerma (retrato, 1603, Museo del Prado)
• Las tres Gracias (mitológico, 1638, Museo del Prado)
• Serie dedicada a la reina de Francia María de Médicis, en la que se encuentra El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella (1622-1625, París, Museo del Louvre).

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