sábado, 15 de febrero de 2014

La crisis siria



David García

Los movimientos insurgentes en los países árabes tienen su inicio en diciembre de 2012, cuando un joven tunecino, Mohamed Bouazizi se inmoló prendiéndose fuego en una plaza del centro de la ciudad de Túnez.
El funeral de este joven se convirtió en un clamor de protestas contra la falta de oportunidades, expectativas y contra la tiranía del gobierno del presidente Ben Ali, y la oligarquía que controlaba las riquezas y el poder en Túnez.
Esta acción se expandió rápidamente por otros países limítrofes y con similitudes socio políticas, provocando revueltas, y levantamientos en países como Libia, Egipto, Jordania, Marruecos, Siria , Bahréin y Emiratos Árabes.

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En Libia las revueltas provocaron una guerra civil que enfrentó a milicias armadas con el Ejército de Muamar Gadaffi. El conflicto acabo con el derrocamiento del dictador libio, en gran parte debido a la intervención militar de Naciones Unidas, esgrimiendo la necesidad de un marco de paz y seguridad en la región.

En Egipto, las revueltas enfrentaron a la oposición, tanto laica como musulmana contra el presidente Mubarak, que llevaba más de 20 años gobernando el país.

La intervención del Ejército, evitó una guerra civil y acabó con Mubarak encarcelado por diversos delitos, pero no ha resuelto definitivamente el problema político y de convivencia en el país.

A comienzos de 2011 se producen diversas manifestaciones y protestas en algunas ciudades, donde la población reclama cambios en el gobierno, protesta contra la alta inflación, el desempleo, y el declive económico y político del país.

El gobierno respondió de forma violenta reprimiendo las manifestaciones, arrestos masivos, torturas de prisioneros, brutalidad policial, lo que provoco la intensidad de las revueltas que se extendieron a otras regiones, y supuso que parte de la sociedad civil y miembros del Ejército desertaran y se alzaran en armas contra el gobierno del presidente El Asad, formando el Consejo Nacional Siro.

El presidente Bassar El Asad, gobierna Siria desde que en 2000 sucediera a su padre en la presidencia del país. Siria tiene un régimen de partido único ( Baaz), que controla el poder en Siria desde 1964 tras un Golpe de Estado .

Los grupos opositores fueron incrementando sus acciones militares y ampliaban las zonas bajo su control, especialmente al norte de Siria, cerca de la frontera turca, mientras el ejército regular utilizaba todo su potencial para frenar el avance.

Las luchas encarnizadas entre el Ejército sirio y los grupos armados de la oposición, agrupados en el denominado Ejército Libre de Siria, provocan un éxodo masivo de civiles que se refugian en el sur de Turquía, lo que provoca las primeras tensiones diplomáticas entre ambos países, que se traducen en enfrentamientos armados.

Los enfrentamientos se repiten y generalizan por todo el país. Emboscadas, ataques aéreos, bombardeos, atentados con coches bomba, armas químicas, todo es susceptible de ser utilizado con el fin de aniquilar al enemigo Algunos combates por el control de ciudades estratégicas son especialmente encarnizados como los de Homs, Alepo y Hula donde los muertos superan los 10.000 y muchos más heridos. Tampoco Damasco se libra de los combates y los insurgentes se apoderan de diversos barrios periféricos de la capital Los enfrentamientos llegan al centro de la capital.

Las muertes desde el inicio de la crisis superan las 100.000 personas. Al mismo tiempo la guerra ha provocado un movimiento de civiles que huyen de los bombardeos y luchas, y que se estiman en más de dos millones de refugiados, repartidos entre Turquía, Líbano y Jordania, y que tiene que subsistir con la ayuda de esos países y de las organizaciones humanitarias internacionales.
Desde el inicio del conflicto, la comunidad internacional comienza a interesarse por el mismo. Las grandes potencias han tomado posiciones a favor de unos y otros. Estados Unidos y Reino Unido, y la mayor parte de los países de la Unión Europea claramente a favor de la oposición, fomentando el envío de material bélico y entrenamiento de las facciones rebeldes y exigiendo el abandono del poder del presidente Asad.

Rusia se ha posicionado a favor del gobierno de Asad, enviando material militar, asistiendo técnicamente a su ejército y oponiéndose firmemente a cualquier tipo de sanción al régimen sirio. China se ha mantenido en una vaga neutralidad.

Esta confrontación política ha provocado que el Consejo de Seguridad de la ONU no pudiera tomar ninguna resolución definitiva.

Recientemente la utilización de armas químicas por parte del gobierno sirio provoco una repulsa generalizada de la comunidad internacional, y puso a diversos países alineados con Estados Unidos al borde de una acción de castigo contra Siria.

Finalmente la diplomacia rusa evito el ataque, con el compromiso del gobierno sirio de eliminar por completo su arsenal químico.

En estos últimos meses, las fuerzas gubernamentales han realizado un contraataque en todas las regiones reconquistando la mayor parte de las ciudades importantes y provocando cuantiosas bajas en las fuerzas rebeldes. Este avance militar no ha estado exento de utilización de métodos inadmisibles según los convenios internacionales causando destrucciones masivas.

Esta pérdida de poder de las facciones rebeldes tiene explicación en parte por los enfrentamientos internos en sus filas motivados por cuestiones tanto de ideología política como de sentimientos religiosos. La perspectiva de que el país tras la caída del régimen sirio, se convirtiera en un nuevo Irak, con enfrentamientos étnico-religiosos ha provocado un enfriamiento en el apoyo internacional a estos grupos

Más allá de la tragedia humana, no podemos obviar lo que económicamente ha supuesto este conflicto, con una destrucción de más del 40% de las infraestructuras, caída del PIB del 50%, inflación del 200% y la idea de que el 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Toda la Comunidad internacional tiene sus esperanzas de solución de este conflicto en la Conferencia Ginebra II a celebrar en fechas próximas, donde se pueda encontrar un camino a la paz, vía que casi con total seguridad exigirá que el presidente Asad abandone el poder y el inicio de un futuro para el país.




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