sábado, 22 de junio de 2013

En la espiral del teatro



María Muñiz, Lucia Ruiz Vila, Rocio García / EPE 2013. Enredados

Esperamos a Carol, la chica de la que tanto hemos oído hablar. Ahora, queremos que nos cuente su peculiar historia. Cuando se acerca, notamos que tiene algo especial que nos hace querer ser como ella. Nos va a empezar a contar su historia, como si se tratase del guión de una película nominada al Oscar. Un premio que, sin lugar a dudas, ganaría.


Carolina Ruiz Marcos estudió Periodismo y en el año 2004 se le presentó la oportunidad de formar una compañía un poco particular llamada Spiral, con un grandísimo profesional del teatro comunitario y del teatro de creación: Chris Baldwin. Ella valora especialmente tener la oportunidad de trabajar en un proyecto que la emociona, como es el teatro comunitario, Spiral. Decidió probar suerte con esta compañía porque no tenía nada que perder y, tras vivir mucho tiempo en el extranjero, volvió a La Rioja, donde surgió todo.

Spiral no tiene una plantilla de actores fijos, sino que acude a los pueblos y hace teatro con las gentes del lugar. Esto es lo que se llama el teatro de creación, es decir, el que no parte de un texto preconcebido sino que crea un montaje a partir de ideas o conceptos. Todo ello se asienta sobre la llamada “renegociación cultural”: los pueblos tienen una cultura y, a partir de ahí, crean algo nuevo desde sus propias emociones y experiencias.

Al empezar este proyecto, siempre se oían las típicas frases desalentadoras que aún hoy siguen sonando y acabando con muchas ideas innovadoras: “eso no se puede hacer” o “eso nadie lo va a querer hacer”. Pero el destino les deparaba una gran sorpresa: la gente, contagiada por la alegría de Spiral, formó parte de un proyecto que, sin lugar a dudas, sería un éxito.




Nos comenta que al principio siempre hay cierta falta de autoestima, ya que, en general, las personas  carecen del valor para decir: “vamos a hacer algo nosotros mismos”.
Al principio, en los pueblos, cuando la gente les veía llegar con su propuesta de convertir en actores al vecindario, pensaban “esto no es trigo limpio, seguro que algo ocultan”. Por tanto, había que romper los prejuicios cada día y estar abiertos a todas las experiencias.

Spiral no solo es una “compañía de teatro ambulante”, es un proyecto que crea la oportunidad de hacer algo muy grande entre todos, como es ponerse de acuerdo y dejar a un lado los prejuicios, tratando los problemas y conflictos de forma alegre. El “milagro Spiral” consiste en dar visibilidad a cosas que están olvidadas y que necesitan un espacio seguro para hablar de ellas. Uno de los casos más recientes de este milagro ha sido en el Nansa (Cantabria) con el proyecto El Nansa de mis abuelos, el Nansa de mis nietos. Una gran creación que conmovió a pequeños y grandes con una gran representación  de sombras chinas.                                                               

Nos cuenta que los momentos más gratificantes tienen lugar cuando, al acabar un montaje (que “nadie quería hacer” y que “no se podía hacer”), descubren que se ha convertido en una maravillosa representación.

Al acabar, una mujer se acerca a Carol: quiere darle las gracias por haberle animado a alzar la voz y hacerse valer. Igualmente, viene un niño que era tímido y le dice que ella le ha ayudado a acabar con su timidez.




Pero, sobre todo, ella valora los momentos en que alguien le dice “gracias” de todo corazón y con lágrimas en los ojos.

Nosotras nos despedimos de la Mary Poppins del teatro con los ojos vidriosos y el corazón enamorado de una idea que ha movido a mucha gente, que ha dado oportunidades, que ha resuelto problemas, y que ha traído esperanza a pueblos donde no se les permitía tenerla.

Este es solo el comienzo de Spiral, nominada al Oscar como mejor película.




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