P. Barquín/
L. González/ P. Berodia. / J. Buendía / EPE 2013. La Clave
Siempre nos
ha gustado en eolapaz mirar la vida con otros ojos, y ofrecerte las claves de
la realidad desde todos los puntos de vista que nos sean posible para que tu
después, como lector, puedas entender la realidad y crear tu opinión y tu
postura ante la vida. Si ayer era Arnaldo Otegi, el encarcelado portavoz de
Batasuna el que se asomaba a nuestras páginas hoy es Teo Uriarte, uno de los
fundadores de ETA, uno de los activistas de la primera época, uno de los
condenados a muerte por el franquismo, y uno, también, de los arrepentidos y de
los que han luchado luego por la paz, y por las víctimas. Una larga charla en
Vitoria nos ofrece otra visión de la realidad vasca. Este es un primer anticipo
de una magistral lección de ética, que no debes perder
Esperamos a
Teo en el Museo Artium de Vitoria. Nos paramos a observar la inmensa sombra de
un pájaro pintado en el suelo, un pájaro tan grande, que su sombra sobrepasa
los límites de la terraza donde comenzó a pintarse.
Pensábamos
que íbamos a hacer una entrevista, pero no esperábamos en ningún caso recibir
una magistral clase de política, filosofía y, sobre todo, de tolerancia. Uriarte
nos invita a entrar en la cafetería. Desde ese momento, contemplamos a quien,
sin lugar a dudas, es un animal político.
“Durante mi
vida política me han llamado Teo, pero ahora ya soy un viejo, así que llamadme
Eduardo. Quizá no os lo parezca, pero en una Constitución tan conservadora, los
detalles tienen mucha importancia. Estamos en una sociedad dominantemente
nacionalista, donde todo está etiquetado. El otro día paseaba por el casco
antiguo y contemplaba los nombres de las calles: todos están escritos en euskera,
cuando nunca fue así. Detalles, todo detalles”.
Disfruta
narrando, así que decidimos darle alas formulándole la pregunta que todo
periodista hace creyéndose original: “Eduardo Uriarte Romero, ¿quién es?”.
Entonces, parece frotarse las manos y contesta: “un despojo de la historia.
Hace muchos años, me encargaron una obra autobiográfica a la que titulé Hay que
cazar leones; el reto era hacer algo por el futuro. Los frailes escolapios nunca
me la publicaron, y hace poco una editorial me dijo que no se veía si yo era de
derechas o de izquierdas”. En un momento de la conversación, nos convencemos de
que para entender a Teo Uriarte debemos dejar a un lado los prejuicios políticos
y pensar en términos de razonable o no razonable. Su crítica a la llamada
“clase política” es continua: “en las últimas generaciones, han ido desapareciendo
los políticos titulados; han pasado a ser una excepción. A veces son llamados para
ejercer cargos administrativos, pero generalmente los que ocupan los puestos
altos son los más expertos en comunicación y en la persuasión: en definitiva,
en el arte de deformar la realidad”. “Los políticos de antes - nos cuenta - hemos
tenido papeles importantes, sobre todo en los momentos duros y, ahora que no
existe ETA, no somos necesarios ni por empresarios ni por organizaciones.' La pregunta
era obligada, entonces, para usted, ¿ETA
ya no existe?”.
Es posible
que no vuelvan a actuar de la misma manera que lo hicieron, pero solo por dos motivos, como son la
represión policial y la legalización de Bildu. Ninguna asociación puede
mantenerse siendo descabezada cada 2 o 3 meses, es difícil reorganizarse y los
de Batasuna aprovechan ese tiempo para ganar adeptos”.
Teo Uriarte
decidió entrar en ETA porque esta y el Partido Comunista eran las dos
principales referencias de oposición a Franco. ETA no era solo antifranquista,
ETA quiere la revolución nacional de Euskadi.' Él pensaba, como muchos jóvenes,
que ETA era un movimiento progresista pero,
con los años, se dio cuenta de que era una copia similar al nazismo alemán. En
este sentido, nos cuenta que Federico Krutwig, autor de uno de los libros de
cabecera de ETA, contenía algún párrafo del Mein Kampf. Habla de ETA y del PNV como
nacionalistas tardíos “que quieren volver atrás, aunque se vistan de
revolucionarios; al igual que los falangistas, quienes hablaban de revolución
nacional sindicalista”
Relata con
cierto orgullo que él es hijo de la época de Vietnam, de una época en la que
los estudiantes s se manifestaban aun sin haber perdido nada, donde había
represión, golpes de Estado… Igualmente, proclama al Che Guevara como uno de
sus ídolos de juventud.
“Habrá
gente que te cuente que siempre ha estado en el mismo bando y pensando los
mismo. Pero el mundo cambia y al salir de la cárcel, viendo el marco de entendimiento
político que había, lo acepté, ya que existía un valor por encima de mis
pensamientos políticos: la convivencia. Los de ETA militar nunca lo
comprendieron y también fui víctima. Probé el pánico, pero en el fondo me
alegro de haber sido derrotado. De lo contrario, habríamos implantado un régimen
totalitario”. Entretanto, sentimos cierto rubor al abordar estos temas en una
cafetería:a veces, vemos cómo se gira la gente, pero a Uriarte no parece
importarle.
En medio de
este debate ideológico y casi sin darnos cuenta, llegamos al punto álgido de la
conversación. “Llegó el momento,
teníamos que atravesar una zona de fuego cruzado; además, el régimen nos estaba
utilizando, incluso manipulaba la existencia del terrorismo. Bin Laden fue un
producto de los americanos, lo arman y dan todas las facilidades para que c combata
a los soviéticos, pero una vez estos se marchan, acaba combatiendo a los americanos. Jesús Eguiguren ha hecho lo mismo
con ETA desde el Gobierno”.
Con los
cafés ya terminados, llegamos al tema de Patxi López, un hombre, según nos
cuenta, bastante cercano para él. Piensa que el apoyo parlamentario del PP al
PSOE fue una pérdida de tiempo, aunque confiesa
entre risas que, en un seminario de FAES, le dijo a Basagoiti que el escenario
político de Euskadi era una tragedia y que “como no votase a Patxi, le mataba”.
“Patxi
López debería haber puesto en valor el encuentro democrático que le había dado
poder frente al nacionalismo sectario. Renunció a hacer pedagogía política
frente al mundo abertzale. Fue una oportunidad perdida”.
Acto
seguido le preguntamos sobre cómo está afectando la crisis a ETA. Citando a
Tasio Erkizia, nos dice que “nunca habían existido tantos motivos para mantener
la lucha armada pero las condiciones s causantes de su debacle. Para terminar,
le citamos a Mikel Errekondo, con quien hablamos hace un año y quien nos dijo
que tanta sangre derramada no había merecido la pena. ¿Por qué si Bildu piensa
eso no condena la violencia? Es tajante en su respuesta: “No es tan sencillo,
es la manera de mirar si ha valido la pena o no; para el mundo nacionalista ha
valido la pena, ¿quién ha hecho posible la concepción que tanto ha calado del
nacionalismo?:
la existencia de la violencia. Nada nos hace diferentes a unos y a otros pero
la presencia de la violencia ha hecho posible la existencia de una ideología absolutamente
alucinante”. Para Teo Uriarte, el final del conflicto no pasa por un tratado de
paz glorioso en el que ambas partes se hagan la foto, “aquí se necesita que
haya un vencedor y un vencido y el vencido ha de ser ETA”. Al marcharnos, nos
dimos cuenta de que el conflicto, era eso, un pájaro gigante que volaba sobre
Euskadi y que lo había marcado con su sombra.
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