lunes, 17 de junio de 2013

Teo Uriarte: “El vencido ha de ser ETA”



P. Barquín/ L. González/ P. Berodia. / J. Buendía / EPE 2013. La Clave


Siempre nos ha gustado en eolapaz mirar la vida con otros ojos, y ofrecerte las claves de la realidad desde todos los puntos de vista que nos sean posible para que tu después, como lector, puedas entender la realidad y crear tu opinión y tu postura ante la vida. Si ayer era Arnaldo Otegi, el encarcelado portavoz de Batasuna el que se asomaba a nuestras páginas hoy es Teo Uriarte, uno de los fundadores de ETA, uno de los activistas de la primera época, uno de los condenados a muerte por el franquismo, y uno, también, de los arrepentidos y de los que han luchado luego por la paz, y por las víctimas. Una larga charla en Vitoria nos ofrece otra visión de la realidad vasca. Este es un primer anticipo de una magistral lección de ética, que no debes perder


Esperamos a Teo en el Museo Artium de Vitoria. Nos paramos a observar la inmensa sombra de un pájaro pintado en el suelo, un pájaro tan grande, que su sombra sobrepasa los límites de la terraza donde comenzó a pintarse.
Pensábamos que íbamos a hacer una entrevista, pero no esperábamos en ningún caso recibir una magistral clase de política, filosofía y, sobre todo, de tolerancia. Uriarte nos invita a entrar en la cafetería. Desde ese momento, contemplamos a quien, sin lugar a dudas, es un animal político.
“Durante mi vida política me han llamado Teo, pero ahora ya soy un viejo, así que llamadme Eduardo. Quizá no os lo parezca, pero en una Constitución tan conservadora, los detalles tienen mucha importancia. Estamos en una sociedad dominantemente nacionalista, donde todo está etiquetado. El otro día paseaba por el casco antiguo y contemplaba los nombres de las calles: todos están escritos en euskera, cuando nunca fue así. Detalles, todo detalles”.



Disfruta narrando, así que decidimos darle alas formulándole la pregunta que todo periodista hace creyéndose original: “Eduardo Uriarte Romero, ¿quién es?”. Entonces, parece frotarse las manos y contesta: “un despojo de la historia. Hace muchos años, me encargaron una obra autobiográfica a la que titulé Hay que cazar leones; el reto era hacer algo por el futuro. Los frailes escolapios nunca me la publicaron, y hace poco una editorial me dijo que no se veía si yo era de derechas o de izquierdas”. En un momento de la conversación, nos convencemos de que para entender a Teo Uriarte debemos dejar a un lado los prejuicios políticos y pensar en términos de razonable o no razonable. Su crítica a la llamada “clase política” es continua: “en las últimas generaciones, han ido desapareciendo los políticos titulados; han pasado a ser una excepción. A veces son llamados para ejercer cargos administrativos, pero generalmente los que ocupan los puestos altos son los más expertos en comunicación y en la persuasión: en definitiva, en el arte de deformar la realidad”. “Los políticos de antes - nos cuenta - hemos tenido papeles importantes, sobre todo en los momentos duros y, ahora que no existe ETA, no somos necesarios ni por empresarios ni por organizaciones.' La pregunta era obligada,  entonces, para usted, ¿ETA ya no existe?”.

Es posible que no vuelvan a actuar de la misma manera que lo hicieron,  pero solo por dos motivos, como son la represión policial y la legalización de Bildu. Ninguna asociación puede mantenerse siendo descabezada cada 2 o 3 meses, es difícil reorganizarse y los de Batasuna aprovechan ese tiempo para ganar adeptos”.
Teo Uriarte decidió entrar en ETA porque esta y el Partido Comunista eran las dos principales referencias de oposición a Franco. ETA no era solo antifranquista, ETA quiere la revolución nacional de Euskadi.' Él pensaba, como muchos jóvenes, que ETA era un movimiento  progresista pero, con los años, se dio cuenta de que era una copia similar al nazismo alemán. En este sentido, nos cuenta que Federico Krutwig, autor de uno de los libros de cabecera de ETA, contenía algún párrafo del Mein Kampf. Habla de ETA y del PNV como nacionalistas tardíos “que quieren volver atrás, aunque se vistan de revolucionarios; al igual que los falangistas, quienes hablaban de revolución nacional sindicalista”
Relata con cierto orgullo que él es hijo de la época de Vietnam, de una época en la que los estudiantes s se manifestaban aun sin haber perdido nada, donde había represión, golpes de Estado… Igualmente, proclama al Che Guevara como uno de sus ídolos de juventud.




“Habrá gente que te cuente que siempre ha estado en el mismo bando y pensando los mismo. Pero el mundo cambia y al salir de la cárcel, viendo el marco de entendimiento político que había, lo acepté, ya que existía un valor por encima de mis pensamientos políticos: la convivencia. Los de ETA militar nunca lo comprendieron y también fui víctima. Probé el pánico, pero en el fondo me alegro de haber sido derrotado. De lo contrario, habríamos implantado un régimen totalitario”. Entretanto, sentimos cierto rubor al abordar estos temas en una cafetería:a veces, vemos cómo se gira la gente, pero a Uriarte no parece importarle.
En medio de este debate ideológico y casi sin darnos cuenta, llegamos al punto álgido de la conversación.  “Llegó el momento, teníamos que atravesar una zona de fuego cruzado; además, el régimen nos estaba utilizando, incluso manipulaba la existencia del terrorismo. Bin Laden fue un producto de los americanos, lo arman y dan todas las facilidades para que c combata a los soviéticos, pero una vez estos se marchan, acaba combatiendo a los  americanos. Jesús Eguiguren ha hecho lo mismo con ETA desde el Gobierno”.
Con los cafés ya terminados, llegamos al tema de Patxi López, un hombre, según nos cuenta, bastante cercano para él. Piensa que el apoyo parlamentario del PP al PSOE fue una pérdida  de tiempo, aunque confiesa entre risas que, en un seminario de FAES, le dijo a Basagoiti que el escenario político de Euskadi era una tragedia y que “como no votase a Patxi, le mataba”.
“Patxi López debería haber puesto en valor el encuentro democrático que le había dado poder frente al nacionalismo sectario. Renunció a hacer pedagogía política frente al mundo abertzale. Fue una oportunidad perdida”.





Acto seguido le preguntamos sobre cómo está afectando la crisis a ETA. Citando a Tasio Erkizia, nos dice que “nunca habían existido tantos motivos para mantener la lucha armada pero las condiciones s causantes de su debacle. Para terminar, le citamos a Mikel Errekondo, con quien hablamos hace un año y quien nos dijo que tanta sangre derramada no había merecido la pena. ¿Por qué si Bildu piensa eso no condena la violencia? Es tajante en su respuesta: “No es tan sencillo, es la manera de mirar si ha valido la pena o no; para el mundo nacionalista ha valido la pena, ¿quién ha hecho posible la concepción que tanto ha calado del

nacionalismo?: la existencia de la violencia. Nada nos hace diferentes a unos y a otros pero la presencia de la violencia ha hecho posible la existencia de una ideología absolutamente alucinante”. Para Teo Uriarte, el final del conflicto no pasa por un tratado de paz glorioso en el que ambas partes se hagan la foto, “aquí se necesita que haya un vencedor y un vencido y el vencido ha de ser ETA”. Al marcharnos, nos dimos cuenta de que el conflicto, era eso, un pájaro gigante que volaba sobre Euskadi y que lo había marcado con su sombra.







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