martes, 4 de junio de 2013

Un restaurante con estrella

Rafa Pozueta /EPE 2013. Enredados



En un día soleado y primaveral, nos desplazamos a Villaverde de Pontones, un bonito pueblo situado en los valles cántabros, dispuestos a conocer a Jesús Sánchez, quien regenta desde hace 20 años el Cenador de Amos.
Jesús nace en un pueblo de Navarra, donde, desde bien joven, ayuda a sus padres en su pequeña tienda de ultramarinos, de pueblo. Como él mismo reconoce su pasión por la cocina comienza cuando, siendo apenas un niño,  quedaba embelesado por las comidas  de los restaurantes riojanos cada vez que allí podía desplazarse con sus padres.


Aunque sus padres hubieran preferido que estudiase una ingeniería o derecho, contó con su apoyo cuando decidió desplazarse a la capital española para realizar sus estudios de cocina. Años después, las vueltas de la vida le llevan a acabar aquí, en Cantabria, donde junto a su esposa Marian funda el Cenador en el año 1993,  honrando así el nombre de su abuelo Amós, cuyo sueño fue siempre dar comidas en su propia cantina.
Pese a la gran debilidad que la  economía del país atravesaba en esa época, Jesús nos asegura que tuvo una gran respuesta del público; saliendo adelante con gran éxito y consiguiendo tres años más tarde la estrella Michelín. Ser distinguido con este galardón le supuso no sólo el  orgullo del trabajo bien hecho,  sino también un prestigio y, con ello, una fama y mayor afluencia de un público selecto que busca una determinada cocina; no podemos olvidar que sólo cinco restaurantes cántabros mantienen hoy una  estrella en esta prestigiosa guía.
Jesús describe su estilo de cocina como una mezcla entre lo tradicional y lo innovador. Pues, a pesar de tratar de innovar siempre con sus platos, utiliza productos y recetas tradicionales, dándolas un giro y adaptándolas a su propio modo de cocinar.

Es precisamente esta  pasión por la hostelería, la que le ha llevado a crear, con el corazón más que con la razón, una escuela de cocina, desafiando una vez más una situación económica desfavorable; disfrutando de la cocina mientras hace que otros aprendan a disfrutar de ella.

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