Irma Calle
Decidí
hacer este trabajo sobre Ernst Jünger con la seguridad de que hablar sobre él
iba a ser algo difícil. Sé que me queda grande, pero me gusta pensar que algún
día seré capaz de entenderlo más y mejor de lo que ya he comenzado a hacerlo.
Este alemán es un personaje especialmente intenso, polémico, polifacético y
complicado.
Aún así he
apostado por hacerlo porque creo que solo dar a conocer su nombre merecerá la
pena. Hijo del Doctor Ernst George Jünger, nació el 29 de marzo de 1895 en
Heildelberg. A parte de filósofo, escritor, comentarista político y entomólogo,
fue soldado. Y es que este personaje participó en la I y en la II guerra mundial.
En 1913,
cuando contaba 18 años y aunque en casa no les parecía muy bien, se enroló en
la legión extranjera, y cuando estalló la
I guerra mundial fue de los primeros en alistarse. Jünger
había entrando a formar parte de un movimiento juvenil conocido como
Wandervögel en 1911. Ese movimiento defendía en un principio ideas radicales,
aunque tiempo después, influido por el movimiento hippie, pasó a sostener el
espíritu de la naturaleza y el respeto absoluto por la vida animal. Ese amor
por la naturaleza lo mantuvo hasta el final de sus días, y como buen científico
y observador lo utilizó como base para muchas de sus metáforas, en las que
reflejaba las numerosas similitudes con las relaciones humanas. “Cada mañana sigo
los progresos de las habichuelas que he plantado demasiado tarde. Pero los
frutos que más nos gustan son los que hemos arrebatado al clima, los guisantes
que hemos osado plantar en febrero” (Radiaciones II) .
En 1918,
poco antes de que la guerra terminara recibió, con sólo 23 años, la
condecoración pour le mérite al mérito militar. Es el último ganador de esta
medalla y la persona más joven en recibirla. A partir de ese momento la
sociedad alemana le consideró un héroe, renombre que le acompañaría para siempre.
Dos años
después se publicó su primer libro Tempestades de acero, en el cual elogiaba la
repercusión que había tenido en él la guerra en cuanto a experiencia interior.
Este libro catapultó a Jünger a la fama y el nacionalismo conservador lo
aplaudió por su exaltación de patriotismo y el coraje.
Jünger,
desde 1923, estuvo muy cerca de Hitler, llegando a asegurar que el futuro líder
alemán era “como una purificación”. Alemania se sentía entonces un país
humillado después del tratado de Versalles y el soldado, escritor y filósofo
creía que aquel joven “decía lo que tenía que decir y todos creían que tenía
razón”. No es hasta 1930 cuando Jünger comienza a alejarse del “Führer”, pero
él sigue creyendo en “la virtud redentora de la guerra” y sigue pensando en la
nación “como motor de la historia”. Durante este periodo el pensador escribió
'El trabajador' en el que presentaba una nueva clase social surgida de la gran
guerra y determinada por los nuevos medios de producción de la era técnica.
Pasan los
años y Jünger se aleja de la política e incluso de Alemania. Luego llegaría la II guerra y el heroico soldado
de la I a penas
entraría en combate 'exiliado' en París, en donde se rodea de escritores y
pintores y afianza su distanciamiento de Hitler, que comenzaría ya a ser
público e irreversible. “En sus jugadas más sutiles el espíritu del mundo
adelanta sus piezas más insignificantes” (Radiaciones II).
Cuando la
guerra acaba y Alemania debe afrontar una nueva derrota, Jünger definitivamente
dedica su tiempo a la literatura.
Me di
cuenta de hasta qué punto le gustaba experimentar cuando descubrí que había
llegado incluso a acercarse a las drogas. Y es que desde que se hizo amigo de
Albert Hofmann, creador del LSD, varios de los libros de Jünger hablaban de
forma indirecta sobre la experiencia psicodélica.
“Las
drogas: el viaje hacia la culpa que hay en lo inconsciente” (Acercamientos,
drogas y ebriedad).
Murió el 17
de febrero de 1998. Vivió 103 años en los que luchó, pensó y escribió más de un
centenar de obras (diarios, ensayos y novelas entre otros).
Recuerdo
que mi interés por Jünger comenzó cuando , estando en casa, vi un cuaderno con
varias citas. En una de ellas ponía “ Uno va atravesando habitaciones
amuebladas de modo cada vez menos agradable. Por suerte aún quedan jardines,
bosques, libros y desiertos. Ernst Jünger, Radiaciones II.” Me llamó la
atención y poco después ya estaba buscando quien era el tal Jünger.
No sabía lo
complicado que era eso.
Imagen
Elpais.es
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