Carlos
Arenal..
Cuando
vemos a los jóvenes actores y actrices en la televisión o en el cine siempre
desearíamos tener esas vidas llenas de caprichos y diversión que creemos que
hay detrás de las cámaras, pero no es así.
En realidad
sus vidas son muy distintas a lo que nos pensamos, y seguramente ellos
preferirían una vida como las nuestras, en la que después de nuestras
obligaciones tenemos tiempo de ocio para disfrutar y estar con nuestros amigos
en casa o en un bar tomando algo.
Estas
“miniestrellas”, después de una jornada repleta de trabajo grabando un disco,
rodando una serie o una película, firmando autógrafos, haciendo una entrevista
etc, tienen que seguir preparándose, bien sea el guión para su siguiente
película, la letra para una nueva canción y paralelamente continuar con sus
estudios y por supuesto no en su casa, si no en una caravana o en el hotel
donde se hospeden en ese momento. Cuando tienen tiempo libre, si lo tienen
claro, pueden llegar a tener la suerte de ver a sus familias o de visitar a
algún amigo.
Ellos son
únicamente objetos que producen una inmensa cantidad de dinero y que solo
funcionan cuando tienen un mínimo de talento con respecto al baile la música o
la interpretación; se les consideran instrumentos de publicidad para diversas
marcas, industrias o sellos, como por ejemplo DISNEY, o los llamados niños
prodigio de Hollywood, la mayor fábrica de sueños del mundo, que antes de que
el público pierda interés por sus estrellas, directamente los reemplaza por
otras para no perder dinero en ningún momento, como la persona que fabrica
hojas de papel sin parar y sin pensar en las consecuencias.
Estas
industrias se dedican a hacerles creer a estas personas que son los mejores y
que van a llegar muy alto, y posiblemente en algunos casos sea así, pero muchos
sueños se rompen sin que nosotros nos demos cuenta porque en dos días tendremos
a otra “estrella” sustituyendo a la anterior, es decir, que cuando estas
personas dejan de generar un beneficio económico ya no son útiles para estas
empresas y tienen que ganarse la vida de otra forma, lo que supone un cambio en
su vida que muchas veces no pueden asumir.
La mayoría
de los jóvenes que salen adelante en este mundillo, van evolucionando en lo
profesional, pero van decreciendo en lo personal, tanto en su forma de vida
como en su forma de pensar y en sus relaciones con los demás. Transformados en
pequeños mitos vivientes, marcan a las generaciones con su forma de vestir o
con sus peinados, pero su físicos van cambiando y en muchas ocasiones, lo que
parecía un futuro prometedor se ve abocado al fracaso, al no poder con las
exigencias de la fama y con el duro trabajo que tienen que afrontar sin tener
la madurez necesaria, lo que les hace caer en adicciones al alcohol, las
drogas, la violencia y la depresión, porque piensan que es la vía mas rápida
para la solución de todos sus problemas, ya que no tienen a sus familias ni a
sus amigos al lado prácticamente en ningún momento del día y las únicas
personas con las que mantienen un contacto directo son con sus productores de
marketing y con sus asesores de imagen, por lo que dejan de ser promesas del
cine para convertirse en adolescentes problemáticos y adictos.
Muchos de
ellos han empezado sus carreras animados por sus padres, que tentados por el
dinero, por el reconocimiento o porque ven que sus hijos tienen algún talento
que destaca por encima de los demás, piensan que este mundo le puede ofrecer
algún beneficio a sus hijos y que están haciendo lo mejor para ellos, sin
valorar las consecuencias negativas que se pueden producir. Eso si, hay un
reducido número de niños prodigio que, gracias a su propia perseverancia y a la
de sus padres, han acabado convirtiéndose en buenos actores y actrices, a pesar
de que empezaron como pequeñas estrellas, ocupando un lugar destacado en el
difícil mundo de los artistas.
Una vez que
hayas leído este texto, me gustaría que reflexionaras sobre ello y
seguidamente, hacerte una pregunta, ¿te gustaría ser una joven estrella?…….
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