La
fitodepuración es una técnica de purificación totalmente natural de las aguas
residuales caracterizada por tratamientos de tipo biológicos que aprovechan la
contribución de la capacidad depurativa de diferentes tipos de plantas, en el
cual estas, creciendo en agua saturada de nutrientes desarrollan un papel vital
y directo sobre las bacterias colonizadoras.
Con todo,
es importante la elevada capacidad que poseen las plantas para transferir
oxígeno al agua a través del uso de humedales artificiales en los que se
desarrollan plantas acuáticas, las llamadas hidrofitos, que contribuyen a la
eliminación de los contaminantes, principalmente de materia orgánica.
Mediante
estos sistemas de fitodepuración los contaminantes son removidos a través de
una combinación de procesos químicos, físicos y biológicos. Hay una serie de
procesos que son más efectivos como la sedimentación, precipitación, adsorción,
asimilación de plantas y actividad microbial.
Estos
tratamientos se consideran alternativas y un apoyo a los sistemas
tradicionales, pero además de esto tiene una serie de ventajas, ya que la
fitodepuración no consume energía eléctrica, acepta fuertes variaciones de
caudal y carga contaminante, lo que lo convierte en un sistema ideal para complejos
turísticos o viviendas, a diferencia de otras técnicas, ésta es completamente
natural y adaptable al entorno en el que se ubica. Es destacable el óptimo
rendimiento depurativo de este sistema en las zonas más cálidas así como su
bajo coste del mantenimiento. Por último, es beneficioso también ya que hay una
ausencia de olores e insectos en los sistemas de flujo subsuperficial.
El uso de
este sistema comenzó en Cantabria en 2015 en los ríos occidentales, con tres
plantas dentro del proyecto ‘Lamizal’, un proyecto de investigación sobre la
capacidad depuradora de plantas micrófitas autóctonas, como la “cares
paniculata común”, una planta muy común en los ecosistemas europeos hasta 2500 metros de
altitud,lo que permitirá a Cantabria exportar esta tecnología a todo el
continente y desarrollar proyectos de depuración baratos, duraderos,
resistentes, de fácil instalación y mantenimiento y compatibles con los
ecosistema europeos.
El éxito de
esta primera fase ha impulsado al gobierno regional a dar un segundo paso, con
la puerta en marcha de seis fitodepuradoras más , especialmente pensadas para
núcleos rurales pequeños (de menos de 250 habitantes) donde abundan las
explotaciones ganaderas, fábricas de productos lácteos y entornos hosteleros
alejados de zonas pobladas.
En todos
los casos, y aunque la
Vicepresidenta del gobierno autónomo, Rosa Eva DíazTezanosse
ha mostrado prudente con los primeros estudios, todo apunta al éxito de
Lamizal, si tenemos en cuenta los primeros análisis de agua y la colonización de
anfibios en las zonas tratadas, en comarcas como Valdeprado, por lo que las
autoridades cántabras ya trabajan en el diseño, fabricación y patente de los
primeros prototipos que se podrán vender a otras administraciones.
Las prisas
de la administración vienen marcadas por el fracaso de anteriores planes de
tratamiento de aguas en zonas poco pobladas, en las que se habían venido
empleando fosas sépticas, infiltración en el terreno o líneas de fango para sus
aguas residuales, métodos, en todos los casos, que se han revelado ineficaces y
poco sostenibles, especialmente en los pequeños municipios, que carecen de
recursos económicos y personal especializado.
Hasta ahora
el proyecto Lamizal se ha encontrado con un solo inconveniente, la necesidad de
disponer de superficies grandes para su instalación, y grandes ventajas, lo que
le convierte en el método del futuro para los tratamientos de agua.
Vanesa
Gómez, Carmen Buendia
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Queremos saber tu opinión. Se respetuoso y enriquece a la comunidad