sábado, 9 de diciembre de 2017

Agua, plantas y futuro



La fitodepuración es una técnica de purificación totalmente natural de las aguas residuales caracterizada por tratamientos de tipo biológicos que aprovechan la contribución de la capacidad depurativa de diferentes tipos de plantas, en el cual estas, creciendo en agua saturada de nutrientes desarrollan un papel vital y directo sobre las bacterias colonizadoras.


Con todo, es importante la elevada capacidad que poseen las plantas para transferir oxígeno al agua a través del uso de humedales artificiales en los que se desarrollan plantas acuáticas, las llamadas hidrofitos, que contribuyen a la eliminación de los contaminantes, principalmente de materia orgánica.

Mediante estos sistemas de fitodepuración los contaminantes son removidos a través de una combinación de procesos químicos, físicos y biológicos. Hay una serie de procesos que son más efectivos como la sedimentación, precipitación, adsorción, asimilación de plantas y actividad microbial.

Estos tratamientos se consideran alternativas y un apoyo a los sistemas tradicionales, pero además de esto tiene una serie de ventajas, ya que la fitodepuración no consume energía eléctrica, acepta fuertes variaciones de caudal y carga contaminante, lo que lo convierte en un sistema ideal para complejos turísticos o viviendas, a diferencia de otras técnicas, ésta es completamente natural y adaptable al entorno en el que se ubica. Es destacable el óptimo rendimiento depurativo de este sistema en las zonas más cálidas así como su bajo coste del mantenimiento. Por último, es beneficioso también ya que hay una ausencia de olores e insectos en los sistemas de flujo subsuperficial.

El uso de este sistema comenzó en Cantabria en 2015 en los ríos occidentales, con tres plantas dentro del proyecto ‘Lamizal’, un proyecto de investigación sobre la capacidad depuradora de plantas micrófitas autóctonas, como la “cares paniculata común”, una planta muy común en los ecosistemas europeos hasta 2500 metros de altitud,lo que permitirá a Cantabria exportar esta tecnología a todo el continente y desarrollar proyectos de depuración baratos, duraderos, resistentes, de fácil instalación y mantenimiento y compatibles con los ecosistema europeos.

El éxito de esta primera fase ha impulsado al gobierno regional a dar un segundo paso, con la puerta en marcha de seis fitodepuradoras más , especialmente pensadas para núcleos rurales pequeños (de menos de 250 habitantes) donde abundan las explotaciones ganaderas, fábricas de productos lácteos y entornos hosteleros alejados de zonas pobladas.

En todos los casos, y aunque la Vicepresidenta del gobierno autónomo, Rosa Eva DíazTezanosse ha mostrado prudente con los primeros estudios, todo apunta al éxito de Lamizal, si tenemos en cuenta los primeros análisis de agua y la colonización de anfibios en las zonas tratadas, en comarcas como Valdeprado, por lo que las autoridades cántabras ya trabajan en el diseño, fabricación y patente de los primeros prototipos que se podrán vender a otras administraciones.

Las prisas de la administración vienen marcadas por el fracaso de anteriores planes de tratamiento de aguas en zonas poco pobladas, en las que se habían venido empleando fosas sépticas, infiltración en el terreno o líneas de fango para sus aguas residuales, métodos, en todos los casos, que se han revelado ineficaces y poco sostenibles, especialmente en los pequeños municipios, que carecen de recursos económicos y personal especializado.

Hasta ahora el proyecto Lamizal se ha encontrado con un solo inconveniente, la necesidad de disponer de superficies grandes para su instalación, y grandes ventajas, lo que le convierte en el método del futuro para los tratamientos de agua.


Vanesa Gómez, Carmen Buendia

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