Lucía Ruiz Vila
Hay muchas formas de ver la vida, pero desde mi punto de vista, la mejor forma es a través del optimismo. Ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío, y pensar en que después de la tormenta viene la calma. Mucha gente se defiende a si mismo como “realista bien informado” y no como “pesimista” . Actualmente esta sensación de optimista se tiene infravalorada y tristemente olvidada, ya que hoy en día en nuestras ajetreadas agendas no hay hueco para escribir una cara sonriente, o para acordarnos de sonreír de vez en cuando. Quería recordar que el optimismo es la mejor forma que se encontrará jamás para encontrase francamente bien, y aquí está el porqué.
La gente optimista son aquellos que esperan que las cosas vayan bien, y por lo tanto ponen todo su esmero en que se haga realidad, sin embargo la gente pesimista no espera ese resultado, por lo cual, ni siquiera lo intenta.
A parir de los 15 y 16 años es cuando uno empieza a formar su propia imagen de el optimismo que siente hacia el entorno y hacia él mismo; así que aunque se intente no se puede cambiar a la fuerza el optimismo ajeno, es como si intentáramos cambiar el color de pelo o la estatura de alguien. El optimismo también afecta a nuestra longevidad( que un estudio demostró ser cierto), durante cincuenta años estuvo estudiando a una serie de mujeres y hombres (aproximadamente mil) y se comprobó como los pesimistas murieron antes que los optimistas, ya sea de muerte natural o accidentes, también se podía apreciar como era más propensos a los suicidios.
Incluso en embarazos las mujeres optimistas durante el último trimestre tienen menos posibilidades de entrar en depresión después del parto. Hoy en día numerosos estudios demuestran que una actitud esperanzada estimula los dispositivos curativos del cuerpo y anima psicológicamente.
Nuestras esperanzas puestas en el mañana afectan mucho en nuestro presente, así que los pesimistas afrontan una enfermedad peor que alguien optimista, y eso puede llevar a salvarles muchas veces, ya que restan importancia a sus enfermedades y eso hace que la recuperación sea mucho más exitosa.
La actitud es imprescindible allá donde vayas, e incluso en las altas organizaciones lo tienen en cuenta; en la NASA una de los principales de los requisitos para entrar como astronauta es el optimismo, ya que ante situaciones adversas los “negativos” actúan con peores resultados. En el deporte los que de verdad tienen éxito suelen entrar en el perfil de optimistas.
Un claro ejemplo de persona optimista es Stephen Hawking. A los 21 años se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, que se trata de una enfermedad que destruye gradualmente las neuronas motoras. Inmovilizado e incapacitado de hablar, este hombre logró redactar libros de astrofísica explicando todas las leyes del cosmos. En una entrevista, después de “tomar el pelo” al entrevistador, le preguntaron qué es lo que hacía para seguir siendo optimista, a lo que él respondió:
-“Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. Desde entonces todo en mi vida han sido pluses”.
Ser optimista también tiene que ver con el carácter, y suele encajar con un prototipo de persona extrovertida y afable, al contrario que los pesimistas que suelen ser introvertidos y , curiosamente, la gente “positiva” suele ser más agradecida que la negativa. Se realizó un estudio en el cual se sometían a un test alumnos de una universidad, y se les pedía que a lo largo de la semana apuntaran cuantas veces se sentían agradecidos a alguien, a Dios o a la vida en general, y resultó ser que la gente positiva era mucho más agradecida, e incluso más tarde se demostraba que a la hora de percibir problemas los afrontaban con más decisión y coraje.
“Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad” Confucio 500 a .C.
El optimismo gana por goleada al pesimismo, ya que tanto moralmente como incluso físicamente, es positivo. La gente positiva concebimos la vida tal y como es, salvo que nosotros sabemos sacarle el máximo partido, tanto a las adversidades como a las alegrías, así que nosotros no nos esforzamos en maldecir la oscuridad, sino que encendemos una vela. Los optimistas somos , sin lugar a dudas, luchadores que quieren ganar una batalla que se lleva librando desde toda la eternidad, la batalla entre el optimismo y el pesimismo; queremos hacer ver que ya que la vida nos lo pone difícil, que menos que ayudarte a ti mismo y a los demás, ya que tú eres la única persona que puede hundirte, pero también eres la única persona que puede rescatarte. Así que la gente que todavía no ha llegado a los 14 o 15 años, que aproveche para ver todo positivamente antes de que sea muy tarde, porque definitivamente ser optimista, sale rentable.
“Yo soy optimista por naturaleza, porque soy bajo de estatura. La gente baja tiende a ser optimista porqué sólo puede ver la parte de la botella que está llena y no llega a ver la parte vacía...” Thomas L. Friedman Optimista preocupado.
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