Mi intención con estas pocas palabras es que más personas conozcan a Hamilton Naki, que fue un magnífico médico y un gran ser humano.Nació el 26 de junio de 1926 en una aldea del protectorado británico de Transkei que pertenece a la Ciudad del Cabo y murió el 29 de mayo de 2005, a la edad de 78 años. Su muerte no fue noticia, pero su vida es para mí de las más sorprendentes del siglo XX. Naki fue un gran cirujano. Él fue quien a la edad de 41 años, retiró el corazón del cuerpo de la donante Dense Darvall, una joven de 24 años que cuando iba a comprar un pastel fue atropellada por un coche, y sus heridas fueron tan graves, que en el hospital se le declaró muerte cerebral aunque su corazón, que no había sufrido ningún daño, seguía funcionando.
El señor Naki no podía tocar el cuerpo de la mujer, Denise Darvall, que era de raza blanca, y él era negro. Tanto las reglas del hospital como las leyes del apartheid -discriminación racial de la población que no sea de raza blanca, legalizada en la República de Sudáfrica entre 1948 hasta 1991-, le prohibían entrar en un quirófano de blancos y atender a pacientes blancos. Sin embargo hicieron una excepción ya que con sus hábiles manos y su gran mente, era extraordinario en el delicado trabajo del trasplante de órganos.
El corazón fue transplantado a Louis Washkanky el 3 de diciembre de 1967 en el Hospital Groote Schuur en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. La operación fue realizada por el Profesor Christiaan Barnard, cardiólogo y cirujano sudafricano, recordado especialmente por efectuar el primer trasplante de corazón humano con éxito, pero en aquel equipo había más profesionales y uno de ellos era Naki. Aunque lo que más trascendencia tuvo fue el trasplante, el trabajo de extracción del órgano fue una labor muy delicada. El corazón donado tiene que ser retirado y guardado con el máximo cuidado. Naki era uno de los hombres más importantes del equipo que realizó el primer trasplante cardíaco, pero no se le reconoció su trabajo porque era negro en un país donde a la gente se la discriminaba por su color.
Christian Barnard fue el cirujano jefe del equipo de transplante, y como era de raza blanca se convirtió de inmediato en toda una celebridad. Sin embargo Hamilton Naki no podía salir en las fotografías realizadas al equipo de cirujanos. Cuando por error aparecía en alguna, el hospital rápidamente informaba que se trataba de un empleado de la limpieza.
Naki había abandonado la escuela a los 14 años, era jardinero en la Facultad de Medicina de Ciudad del Cabo, pero nunca estudió medicina ni cirugía, y a pesar de todo vestía con usaba bata como un verdadero médico.
Comenzó limpiando las jaulas de los animales que utilizaban en el laboratorio, y así pudo aprender viendo a los médicos practicar la cirugía con estos.
Se convirtió en un gran cirujano y el Dr. Barnard le pidió formar parte de su equipo, esto era un problema según las leyes del país, ya que Naki era negro y no podía operar pacientes blancos. El hospital le consideraba tan necesario que hizo una excepción con él, se convirtió en cirujano pero sin que nadie lo supiera. A él no le importó y siguió estudiando y trabajando a pesar de todo, daba clases a los estudiantes blancos, pero ganaba un sueldo de un técnico de laboratorio, que era lo que el hospital podía pagar a un trabajador negro. Vivía en una casa sin luz eléctrica ni agua corriente, en la periferia como correspondía a un hombre de color.
Hamilton Naki enseñó cirugía durante 40 años y se jubiló con una pensión de jardinero, de 275 dólares al mes. Cuando el apartheid terminó, le concedieron una condecoración y el título de médico honoris causa. Nunca reclamó lo que por su trabajo le correspondía y pese al anonimato y a la discriminación jamás dejó de hacer lo que más le gustaba.
“Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad”, dijo éste héroe al recibir en 2002 la orden de Mapungubwe, uno de los mayores honores de su país, por su contribución a la ciencia médica. Esta orden se le concede a ciudadanos sudafricanos por sus logros excepcionales.
El conocido doctor Barnard, poco antes de su muerte dijo de él: “Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido”.
Con Hamilton Naki he aprendido que hay que ser muy valiente para ser negro en el mundo de blancos que le tocó vivir y no abandonar su pasión, la medicina.
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